Mi amigo ‘Septimus’, con la
voz vigorosa y exclamativa y la mirada abierta y profunda de loco de
psiquiátrico que a veces suele poner cuando la situación lo requiere, me dijo
ayer––: ¡Querido Sergio!, ¡está pasando!––. Y señaló, enérgicamente, no sé si hacia
mí o hacia el aire con su dedo índice como si de esa manera quisiera: o bien
acusarme como responsable de que estuviera sucediendo lo que ponía en aquella
novela que había empezado a escribir hace ya más de tres años, o bien pinchar
uno de esos famosos globos morados que tras las pasadas elecciones se han
convertido en otro más de los símbolos reconocidos de Podemos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjKXXgmNNntJWUPe3_sD6lCTAZuYX9PZx_ZT69t-8D7LUYdGHivP0Y8YzTSMXAlftfVN0fERCBEm2n3E-UVK_-oNgs7iEHitEEMg4HRFJ3LHyYu0cc5SuNw_Z0YZ9ENuyctPqio0FPycw/s1600/Est%25C3%25A1+pasando.jpg)
Fotografía Pablo Iglesias: Reuters/Andrea Comas
Yo me quedé perplejo, mirándolo, mientras sostenía apoyado en la mesa con ambas manos un vaso de Coca Cola.
––¡La gente tiene que saber
que está pasando!–– reiteró exclamando aún sin pestañear y recordándome, por un
momento, al excéntrico doctor Emmet, alias Doc, de Regreso al Futuro.![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjKXXgmNNntJWUPe3_sD6lCTAZuYX9PZx_ZT69t-8D7LUYdGHivP0Y8YzTSMXAlftfVN0fERCBEm2n3E-UVK_-oNgs7iEHitEEMg4HRFJ3LHyYu0cc5SuNw_Z0YZ9ENuyctPqio0FPycw/s1600/Est%25C3%25A1+pasando.jpg)
Fotografía Pablo Iglesias: Reuters/Andrea Comas
Yo me quedé perplejo, mirándolo, mientras sostenía apoyado en la mesa con ambas manos un vaso de Coca Cola.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihVc7ssdylt0DH5NR8S8O9H4PVf7eRpHoKdHqpTZ3tAXAWWhI9YzjagZolc0DLOrpntGvCvjP92nuhuV8HMUHhv3BN6Bq8l3qako49ru5y3E_jW0opSwcTl2TJhCvsiQ8a1VbMzlV3Yz4/s200/arte_pop_cine_3.jpg)
––Tienes razón–– dije––, lo
haré. Escribiré una entrada en el blog hablando de esto.
Tras escuchar estas
palabras, Septimus esbozó una pequeña sonrisa y se removió acomodándose en su
silla, como si se estuviera relajando. Yo sonreí también.
En ese momento el camarero
que vestía un sencillo pantalón negro y camisa blanca a modo de uniforme y que llevaba la tez morena y prematuramente
arrugada por muchos años de sol, se acercó
veloz dejando en la mesa el obligado plato de aceitunas para cumplir el
trámite. Estábamos en la venta “Los Pacos”, un lugar humilde y de gran
tradición situado frente al Marbella Club y muy cerca del hotel Puente Romano,
en plena milla de oro marbellí. Una vez se hubo marchado, cogí una aceituna y
me la llevé a la boca.
––¿Sabes una cosa?–– le
pregunté tras sacarme el hueso.
Septimus negó expectante.
––Al principio, cuando
escribí los primeros capítulos de la novela, la historia transcurría en el 2017
y no en el 2021 como finalmente puse–– y tras hacer una pequeña pausa para
dejarle pensar, cogí otra aceituna y le dije––: quítale a todo cuatro años.
Septimus asintió ahora,
moviendo lentamente la cabeza, como si lo hubiera comprendido todo.
–– Las elecciones que yo
pongo en el 2019––continué–– y de las que sale elegido por la mínima, en un
congreso fragmentado y dividido como nunca, un partido de los que llamamos
‘tradicionales’ eran las de 2015. La dimisión del gobierno por la imposibilidad
de hacer política ante tanto desbarajuste y la disolución del congreso que en
la novela recoge a finales de 2020, sucedería a finales de 2016 y la
celebración de las nuevas elecciones, donde sale victoriosa la coalición de
partidos antisistema que luego no puede gobernar debido al golpe de estado
llevado a cabo por las élites políticas y financieras, no era en marzo de 2021
sino en marzo de 2017.
Septimus sonrió.
––¿Y por qué lo cambiaste?––
me preguntó.
––Por dos motivos: por un
lado lo vi precipitado; pensaba que había más posibilidades de que ocurriera si
se producía una recaída en la crisis económica y para ello me tenía que dar, al
menos, una legislatura más de tiempo.
Por otro, y siendo egoísta, pensaba que si la novela transcurría en el año 2017
y no sucedía o no se preveía que pudiera suceder lo que en ella había puesto,
pronto dejaría de tener interés y muchos no la leerían.
––¿Lo ves, amigo Sergio?––
Me preguntó otra vez, alzando la voz como un poseso mientras sus ojos
aumentaban deliberadamente de tamaño y me señalaba al pecho con el dedo––: Los
primeros pensamientos, casi siempre, son los más certeros–– aseveró.
Pasadlo bien.
SP
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Y para aquellos que no os hayáis leído todavía la
novela y queráis descargaros el primer capítulo gratis, podéis hacerlo pinchando
en el siguiente link: http://www.elrenacerdelmonstruo.com/El_renacer_del_monstruo_Capitulo1.pdf
Distribuye: AZETA Distribuciones.