Por Sergio Polo.
No sé si a vosotros os pasa, pero a mí
me fascina la popularidad que está alcanzando últimamente el debate político en
el que todo el mundo quiere opinar y aprovecha cualquier ocasión para llevarlo
a cabo.
Ahora mismo la actualidad, en este tipo de acontecimientos, se divide
en varios frentes y uno especialmente relevante se encuentra en Grecia y más
concretamente en el futuro que se le plantea a ese país de la mano de Syriza. Ayer
tuve la ocasión de ser espectador, en un bar de Sevilla, de uno de esos debates
en el que un grupo de amigos, ya sexagenarios, se enzarzaban cuando, tras ver
las primeras imágenes del acto de poder con la manifestación en Madrid de
Podemos, uno de ellos preguntó:
–– ¿Y cómo le afectará a estos el gobierno
de Syriza?
Todos sus contertulios movieron la
cabeza a la vez en sentido negativo y unánimemente respondieron, como dueños de
la mayor obviedad:
–– Mal.
Quien se atrevió a hablar primero,
mientras se sentaba en un taburete y se acodaba en la barra, los miró a todos y
dijo:
––Yo creo que el haber pactado con la
ultraderecha ya les deja en evidencia.
Otro, de pie y cervecita en mano,
argumentó que se iba a ver el desastre que suponía intentar llevar una política
al margen de los mercados:
–– ¿Quién les va a prestar dinero?––
preguntó.
–– Rusia ––, respondió un tercero
mientras cogía un altramuz y obviaba que Rusia está a las puertas de una
inminente y profunda recesión
Y un cuarto, el que se encontraba más alejado
de la barra y con cierto aire de altivez y suficiencia, argumentó:
–– A Podemos lo que de verdad le va a
perjudicar va a ser el enconado enfrentamiento del gobierno de Grecia con
Ángela Merkel. ¿Alguien se cree que va a condonarles la deuda? ¿Sabéis lo que
va a hacer Europa? Muy fácil; Europa simplemente no va a ceder y dejarán que se
ahoguen lentamente. Tened en cuenta que si se produjese alguna concesión o
trato de favor al gobierno de Syriza, entonces sí que se le estaría dando alas
a Podemos ya que la gente pensaría que si Syriza lo consiguió, Podemos también
podría hacerlo y, de esta manera, arrasaría en las elecciones. La Unión Europea
le dará a Grecia la oportunidad de rectificar, pero si Grecia se obstina en
seguir su camino, Europa le enseñará la puerta y creedme, a diferencia de lo
que sucedía hace dos años donde la inestabilidad de los mercados podía causar
un efecto dominó llevando a otros países periféricos al desastre y rompiendo
incluso el Euro, hoy una salida de Grecia apenas perturbaría la economía de la
Eurozona. Sí en cambio sería muy complicado un enfrentamiento de igual índole
con un país como España ya que, en ese caso, por su tamaño, las consecuencias
serían desastrosas para todos. Por esa razón y porque la batalla de Europa no
es con Syriza ni con Grecia sino con gobiernos más importantes que pudieran
caer en manos de partidos como Podemos, Ángela Merkel preferirá cortarse un
dedo y mostrárselo tal cual, ennegrecido, fétido y podrido, a todo el mundo,
para que la gente se lo piense, antes de que la gangrena quiera extenderse por igual
al cuerpo entero.
Ante la obviedad de esta disertación y
como si su compañero hubiera sentado cátedra, todos terminaron asintiendo con
la cabeza y durante unos largos segundos se quedaron pensativos, mirando al
suelo.
Pasadlo Bien.
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