Por Sergio Polo
La semana pasada, departía
animadamente con un buen amigo mientras tomábamos unas cervezas en la terraza
de su casa, al solecito, cuando de pronto, se puso serio y mirándome con
solemnidad, cambió su tono de voz distendido por uno mucho más grave y me
preguntó:
––¿Tú también crees, Sergio, que el año que
viene empezaremos a notar la recuperación?
Inmediatamente, con un acto casi
reflejo, me puse serio y, tras mirar con ánimo circunspecto la etiqueta pegada
al dorso de mi botellín, como si fuera a encontrar la respuesta allí mismo,
alcé la mirada y, con toda la seguridad de la que fui capaz, le contesté:
––Tú y yo probablemente
sí. También la mayoría de los trabajadores asalariados y los autónomos, los
pequeños empresarios y los grandes, aunque de estos últimos son pocos los que
no la empezaron a notar hace algún tiempo ya––. Mi amigo me miraba ahora de
soslayo, parecía distraído con mis palabras mientras con tres dedos se afanaba
en enrollar la pegatina que segundos antes había estado luciendo, decorosa, en
el vidrio de su cerveza. Yo, para que no hubiera ninguna duda de que lo que
hablaba lo hacía con convicción y desde unos más que elaborados fundamentos, me
propuse explicárselo un poco––: Tú y yo, que tenemos experiencia, estamos
cualificados y pertenecemos a la clase media, veremos cómo gracias a la bajada
del IRPF incrementaremos nuestra renta disponible. Por otro lado, tú que tienes
un negocio de cara al público y que ofreces comidas a un nicho de la misma
condición social, igualmente verás que por esta circunstancia tu clientela
acude más veces a tu empresa y que consume más.
––¿Por qué va a consumir
más?–– me preguntó con retórica.
––Muy sencillo–– le
respondí––, porque como ya te he dicho, por la bajada de impuestos va a
aumentar su renta disponible y, además de esto, por otros dos motivos que te
voy a precisar: el primero es porque seguramente su empresa va a ir mejor ya
que es posible que los bancos vuelvan a financiarla y a darle crédito y esta
circunstancia haga que por fin se aleje el fantasma del ERE que desde hace
algún tiempo planea sobre su cabeza y la del resto de sus compañeros. Esto le
va a generar confianza y ya no le importará tanto volver a gastar, aunque de
manera comedida al principio, permitiéndose algún que otro pequeño lujo, que
con el paso del tiempo y con la confianza dejará de serlo para convertirse, de
nuevo, en algo habitual. El otro motivo, por el que ese cliente se verá
arrastrado a acudir y a gastar en tu negocio, será gracias a que aquel amigo,
con el que solía ir de cañas, encontrará de nuevo un empleo estable, o
conseguirá, después de mucho tiempo, cubrir en el concesionario donde trabaja
los objetivos de venta y llevarse de nuevo un variable a casa; o será su hijo
quien encuentre un trabajo y se emancipe…, entonces este último llamará a su
amigo y volverán a consumir.
Satisfecho, mi interlocutor asintió
con una medio sonrisa de complacencia que me hizo, nada más verla, volver a
ponerme en alerta y, para que él tampoco se relajara, le puntualicé:
––Pero no te equivoques que en este
2015, desgraciadamente, no todo va a ser alegría. Aún quedarán casi cinco
millones de parados, tres millones y medio de larga duración, sin experiencia
ni formación alguna y con un muy difícil encaje en el mercado laboral; un
auténtico drama, sí; y una auténtica bomba de relojería en el interior de una
sociedad, todavía cabreada, y que, aderezada con las necesarias gotas de
populismo y en un año electoral, quién sabe, si se da la situación, ¡a dónde
nos pueden llevar!
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